Errantes van las voces cadenciosas por el Caribe
Serenando los espíritus de los mares verdiazules,
Entre la umbría que a la noche fulge sus estrellas
Y la musa solar que a flor del día da su mies bella.
El mento antillano en sus valses sublima las leyendas
Que lustrosos cuerpos a son de los calipsos dan rienda
Cantando llantos de desvarío a todo infortunio y triunfo,
Y pregonando el sentir vario por nacimientos y difuntos.
Las islas en el mar se columpian con sus tórridos pasillos
Y los morenos altivos encrestan sus carnavales erguidos,
Que de la austera estirpe africana traen corazón henchido
Y repertorio de voces para toda alma que feliz no ha sido.
Aplaudo el garbo del calipso que de pavura el corazón aquieta
Y su viento libre en ritmo balbuciente que mueve las caderas,
Sus magníficos compases al eco de violines, guitarras y tinajos
Que evocan de la vida tranquila de las islas su fulgor en canto.
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Propiedad intelectual Lucero Moscoso