Que flamee bien en alto la rojigualda
que las rosas que adornan el carmin
de sus franjas caigan rodando por el asta
y abracen los labios de la tierra madrileña.
Correrán las aguas del tajo haciéndole
un bailecito a los prados, campiñas y vegas
mientras al recodo del Guadarrama
se escuchen cantar los robledales.
Que las franjas sean la guarda del atavío andaluz,
y el flamenco inunde las calles
haciendo de la poesía el grito de España…
las guitarras galoparan serpenteando al sonido
por Guadalquivir, llevando y trayendo
los rojos y gualdas como hijos naturales
del corazón de Cazorla hasta el beso Sanlúcar de Barrameda.
Entre castillos y leones.
Que Alcazar de Segovia vista el horizonte de los montes
y las aguas de Eresmas y los clamores
hagan el amor entres sus aguas confluyendo
entre su cauce los misterios de Zamora.
De la larga sierra, los pirineos
y de los altos cielos la bandera española
cobijando en su vaivén rojo-amarillo
la marea excelsa del romántico castellano
atrayendo las confluencias de la rima becqueriana
y besando cual color, cual pintura,
cual Goya y una quinta de sordos.
¡Por eso que flamee bien en alto la rojigualda!
¡Que es pasión de españoles
Y así también de chilenos!