El amor bate sus alas de fuego
sobre la superficie de escaques definidos;
la sangre oprime las arterias con el ardoroso clamor
de cisnes subterráneos que pintan las mejillas;
las palabras se hacen lluvia que esboza siluetas de silencio
que deshechas se ocultan tras los girones de música;
la llama se agita
como la copa de un árbol que fatiga el viento;
el perfume estampa su huella desnuda
sobre el resplandor de la piel selenita;
la noche rueda entre segundos ingrávidos
como un arroyo de eróticas aguas;
bajo láminas de luz y volutas de humo
el fresa de las bocas
da color a las alas.
Efraín Gutiérrez Zambrano
De su poemario Molinos de Fuego