No habìan vertido
mis ojos, tanto llanto,
como aquel día grís
que el destino de mi te alejó,
sepultando también mi corazón,
por el dolor quebrando mi voz
y la cordura perdiendo en la amargura.
No volví a ver la luz del sol,
en mi todo se opacó,
una niebla fría empañome la visión,
llevándome al sepulcro del dolor,
en donde sepultado estabas tú
con mis sueños y mi ilusión.
Aunque no podía mirarte,
creía escuchar tu voz que me decía…
Ven amor hazme compañía
y derramando el raudal de
lágrimas que mis ojos contenían,
me incliné a besar tu tumba,
para que te dieras cuenta
que yo allí siempre estaría…
Estaría desde entonces,
cargando desde siempre
un color azulenco,
ocre, amarillento,
es el matiz que da la muerte,
porque desde que te fuiste
es mi policromía.
Quedose soterrado
todo sentimiento,
no respiro, ya no vivo,
estoy muerta en vida.
Felina