Vaticinio de luna al oscurecer de perlada tarde,
Tras día de melancólicas gotas en los cristales,
Siempre inquieta, el alma cuestiona e invade.
Sin un por qué, te alejas hacia lejano destino
En un cómo indescifrable de dicha adormecida;
A un lugar donde se intuye inalcanzable sino.
La distancia se adivina en soñadoras hojas coloridas,
De otoño que arrecia e imparable continua su camino,
Entre ocasionales esperanzas de idas y venidas.
Amarillo rutilante, haz de luz que emulan despedidas
De aquellos encuentros aislados y memorables.
Ocres que pintan sombras sobre líneas desdibujadas,
Nostalgia de ternuras que anidan agradecidas.