Que no quede incompleto
el fuego que cuelga en mi espada,
que bebas mis nalgas más que sediento
exprimiendo el momento que se desangra
entre las llamas de tus infiernos.
No me dejes partidas las ansias en ruego,
vuelca el cenicero de la última partida
que no sean repetidas las caricias adentro
donde a solas te tengo cuando grita mi ira.
No le quites la ropa a la piel de mi fiebre,
reptame y cede sobre mi semi desnudo,
que fijen el rumbo los trotes de tus mieles
para erupcionar el verde de mis atributos.
Levanta las manos de tu embestida,
juega la partida del juego en peligro,
muérete en rito de mi arma suicida
cuando el fuego decida unir nuestro grito.
Esencia