No se deciden los ángeles
si llorar
o no
es fácil atinar su melancolía
si se tornan
grises
su alas.
Cuando la tristeza los visita
se despellejan
y la piel extienden
de norte a sur
para enterrar al sol.
No les importan
si ven una sonrisa caminar
o a unas manos ensuciarse con pesadillas.
Ellos,
piensan para llorar
pero no piensan si tejen sombras
desde mis pies hasta sus caras.
Es ya casi mediodía
ni un rumor de Dios allá en lo alto
sólo ojos de ángeles amontonados
que no osan a descargar sus lágrimas
quizá se animen a medianoche
cuando los mortales sueñan
que ellos son: blancos, celestes o rojos.
!Oh! ángeles nocturos de pena.