RICARDO ALVAREZ

LOS HOMBRES Y LAS MUJERES DEL AGUA -- poema 62-de Pasionario

 

 

Los diminutos hombres marinos secuestrados

despertaron sus sueños de espuma entre atolones confusos/

Las mujeres de tela paseaban su cintura de disuelto anaco

en los cuadriplicados océanos de blancas sales

donde la llama y el agua entrelazan su encanto/

Nadan arcaicas lenguas de amores, idiomas de guerra y tabúes,

sonidos de ecos reflejados, silencios que rebotan en las rocas azules/

Extendidos en la piel del planeta acuático la piedra verde

irisa la luna rondando la melanina con azufres/

Entre flores fosforadas de náuticas madreselvas,

de los minerales prematuros emergen futuros hijos pigmeos

nacidos de la penetración de la carne perseguida por la marea/

 

Piraguas y canoas mecidas a barlovento

horizontalizan el ardiente desbalance de los cuatro desiertos/

Los hombres marinos instalados en el punto exacto

donde se crisolan los panales moldean la reencarnación de la arcilla

y renacen ebúrneas aguas mezcladas hacia la tierra/

Atómica estrella sin nombre de nova,

rebosante paloma de diademas

cuando de las cimas nevadas en bajamar

el frío instala sus cuevas de boda,

Los hombres marinos calientan su mirada con las hembras

y en la mojada permanencia de la atmósfera se

establecen preñadas voces, vientres fecundados en escarpada,

pronuncio sin aire, labios enredados en trajamares/

El hombre del agua halla su fruto de esfera y

la mujer ya oceánica potencia sus vehemencias/

 

 

 

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