En el frenesí del deseo,,
hay un festín de besos,
y en el ínterin de la anuencia
del erotismo,
una voz tenue,
susurra en la antesala,
de la ofrenda,
¿Me amas?
y de vuelta,
dos miradas enamoradas,
se declaran,
amor eterno,
sin mediar palabras.
Dos cuerpos se fusionan,
como es rutinario,
desde el génesis,
de la creación
y germina del amor
una nueva semilla de vida,
junto a la armonía eterna,
de la creación.