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Parezco tener una especie de dejavú:
La misma carretera sin fin
Extendiéndose entre la arena y el desierto
Me grita "¡Bienvenida a casa!"
Y el sol lastimero me da caricias ígneas
Las mismas casitas aparecen en la ciudad
Llenas de polvo, tierra, recuerdos y alusiones
Imágenes intermitentes llenan mi cabeza colapsada
Y mi corazón palpita cantando de alegría
¡He vuelto a casa!
Las mismas olas se escuchan desde la calle
El olor a mar es tan notorio como el cielo azul y despejado
La brisa costera me besa el cabello y baila con él
Y la luz reflejada de un sol eterno me pega en los ojos
Encandilados por ese brillo al que ya no estaba acostumbrada
Las mismas palmeras, viejas y altas, me dan sombra
Me cubren del sol cegador a mis espaldas
Suspiro, sofocada, en busca de agua y humedad
Pero sólo encuentro el polvo del viento haciendo remolinos en el aire
Y nubes blanquecinas que no parecen con ganas de llover
"¡He vuelto a casa!", pienso desconcertada
Tal vez es un sueño, o una pesadilla quizás
Tal vez alucino con llegar a mi casa con tantos años sin ver
Entonces llego a la cima del morro de Arica, junto a la bandera Chilena
Y reconozco mi pueblo, mi aldea, mi ciudad
¡He vuelto a casa, señores! ¡Estoy aquí otra vez!
Y pareciera que nada hubiese cambiado desde la última vez que me fui
Las olas lucen tan bellas y enormes vestidas de azul brillante
El cielo, aspirado de nubes, con un sol sonriente al poniente
Las aves cantando a la vida costera, junto a la playa de Arica y me digo
¡He vuelto a casa!