Entre sístoles inquietas como niños
y fases de reposo efímero sueña la diástole
con la eternidad de los segundos
al pintar la almendra del amor
y razón de la médula del nervio
sin abandonar el trono de corolas
que titilan como lunas y luceros
que disparan desde la inmensidad
de la noche interna de los cuerpos
el fuego que arde y que bendice
tu oficio sencillo de bomba inagotable
que alimenta ritmos y compases
para que no se extinga la brevedad
ni la alegría del rey de los primates.
Efraín Gutiérrez Zambrano
De su poemario Alquimia del Amor