ALVARO J. MARQUEZ

...Y ESCRIBO (Publicación N° 500)

    Recuerdo que mi padre (+), joyero de profesión, nos inculcó a todos el hábito de leer y al menos en mi caso, eso me llevó a otro hábito, el de escribir, aquello pareció algo premonitorio, el destino preparaba el escenario... Me llamaba la atención que siendo mi papá portugués, hablara el español de una manera tan perfecta. Al principio mis letras hablaban de aventuras de superhéroes, recuerdo que hasta en el aula de clases escribía mis historias, luego ya me empezaba a fijar en las niñas y de los relatos de superhéroes, pasé a escribir cartas y eran unas cartas muy románticas, seguramente rayando en lo cursi pero eso nunca me importó. Siempre dije que si estar enamorado era cursi, entonces yo era un cursi sin remedio y escribía...


"Es bello saber que alguien como tú existe,/ cerrar mis ojos y verte es mágico,/ pero no tenerte cerca es triste/ y que no me ames… trágico".


    Tendría yo unos 9 años cuando ya sentía la inquietud por convertir mis cartas en versos y llegué a tener hasta tres cuadernos llenos de poemas, tal como ahora, algunos dedicados y otros simple inspiración. Sentía que eran palabras que salían de mis adentros y yo las expresaba en mis letras. Al ver la reacción de las personas que se interesaban en leerme, pude comprender que lo que hacía tenía su valor y que no perdía mi tiempo, lo estaba invirtiendo en algo útil; sin saberlo me estaba cultivando, aprendiendo cada día más, buscando en todo momento acercarme a la perfección aún pensando que eso no era posible. Cambiaba muchas veces los títulos hasta encontrar el que me gustara más. La tendencia y eso también ocurre ahora, era a escribir triste aún sin estarlo realmente. Con el primer desengaño que sufrí, boté los 3 cuadernos que tenía con mis primeros poemas, pero igual seguía escribiendo...

 

"Es cierto que más nunca te escribí,/ pero no es por lo que muchos

creen,/ es que estás muerta para mí/ y los muertos no leen".


    Hoy han pasado los años y ya las canas pintan mis cabellos pero sigo teniendo el hábito de escribir que me dio mi padre. He visto mis poemas en periódicos, en revistas, he leído frases mías en celulares de otras personas. A eso yo lo llamo trascendencia, de algún modo siento que transité el camino correcto con las letras, por eso toda mi vida escribí...


"En un arranque de dolor/ un día me mandaste al diablo./ Ahora estoy hablándote de amor/ y no sabes de qué hablo". 

 

    Ya ves, han cambiado muchas cosas en mí pero no mi modo de sentir, las palabras siguen saliendo de mis adentros y yo escribo... escribo... escribo...