Recorriendo llanuras se descubre un castillo
donde las parejas yertas se encarnan en los surcos...
se inicia el recorrido desde las plantas descubiertas
y ascienden las yemas de dedos del amantes
hasta el sombrío vientre...
al final de las velas el trofeo es presente.
Al llegar hasta el bosque... un triángulo se estrecha,
se presiona el trapecio que firme se despierta,
para encontrar un plexo donde la vida vibra
encarnada en destellos sobre la piel desnuda.
De escarlata es la brocha... se siente acorraalda,
se agitan los destellos, un caminar de labios,
que hasta la rosa asciende... para atrapar la miel
que es la seda perenne y nada
en los profundos lagos que la esperanza vierte.
Se lanzan los destellos... el verde es de sus ojos
cristal de la codicia y oscuro su cabello
que con plata incrustada... en la sien del amante
que del verbo conprende el actuar extraviado...
pero sonríe confiado al encontrar destellos,
que la noche no duerme y el alba aún no llega,
el derroche re-inicia con más fulgor que antes
porque ahora los amantes son de amor los destellos.
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