ALVARO J. MARQUEZ

...Y SERÁS TÚ

   Cierro mis ojos por un momento y trato de hacer un ejercicio de autoconvencimiento, quiero creer que eres tú quien respira a mi lado, que es tuya la pierna que se cruza por mi cuerpo, que es tuyo el brazo que atraviesa mi pecho, la respiración que siento cerca, pero al abrir mis ojos de nuevo pongo pies en tierra... y qué triste aterrizaje...

    No soy hombre de maldecir pero ¿cómo bendecir situaciones así? Soledades como ésta... Quisiera retroceder en el tiempo y cambiar el rumbo de nuestra historia pero hay cosas que hacerlas o al menos pensar en intentarlas, es ir contra la naturaleza, tratar de cambiar el avance del agua de un río, olvidando que no sólo no retrocede jamás, sino que además tarde o temprano vuelve a su cauce. Yo quiero que el río de nuestra historia te traiga a mí pero al parecer, eligió otro mar en donde desembocar. ¿Cómo se le dice a la naturaleza que se equivocó? Vuelvo a cerrar mis ojos y si el equivocado soy yo, no deseo saberlo...

    Unas manos recorren mi cuerpo, una lengua se mezcla con la mía, muerden mis labios, pero no eres tú... no es tu sudor el que rueda por mi piel junto a mi sudor, escucho que pronuncian mi nombre pero no es tu voz. Quiero creer que estoy soñando y que vengas tú a sacarme de ese sueño, imaginar que al abrir mis ojos serás tú quien esté conmigo y tus besos sean mi alimento y mi líquido vital, pero es ése el problema, abrir los ojos y saber que puedo morir de hambre y de sed...

   Esto parece obra de un juego maquiavélico, una historia se está escribiendo con los personajes equivocados y sí... yo digo y sostengo que aquí hay un error porque en el lugar de ella deberías estar tú, ella está diciendo los parlamentos que te toca decir a ti. ¿A quién le reclamo? ¿Es Dios el escritor? Me dirá que no podemos ir contra el destino y volverá el ejemplo del río que no regresa, pero entonces le pediré volver a nacer y que me permita a mí escribir ciertos capítulos, le pediré que me ames, le pediré... un milagro y habrá un río que retroceda y desemboque en mí y habrá una mujer en mis brazos... y serás tú.