Al llegar a La Posada
te saluda el Unicornio,
con un halo majestuoso
ancestral, mitológico,
con sus patas levantadas
en señal de bienvenida
acoge a los visitantes,
susurrándoles muy quedo
apréstate a disfrutar.
Aquí manda el resplandor
todo se vuelve arco iris,
con pocos rayos de sol
cuando baja la neblina,
se oculta la montaña
sin llegar a la rutina.
Hermosos amaneceres
complacientes medios días,
el viento silba alegría
en fríos atardeceres,
al anochecer señores
las colinas se convierten,
en magníficos pesebres.
Tranquilidad, armonía,
atención inigualable
se siente tan saludable
disfrutar esta estadía,
que hasta sentir los insectos
nos provoca alegría
sus sonidos son perfectos.
Si hablamos del personal
la excepción sería chocante,
ninguno es arrogante
prestamente servicial,
amorosos y atentos
nos hacen sentir contentos
sin ser tan reverencial.
Gracias le doy a Dios
por señalarme el camino,
nunca diré un adiós
a La Posada El Encanto,
será sólo un hasta luego
colmarás mi pensamiento
al volver a mi destino.
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MIRIAM RINCÓN U.