Mi rostro se pone gris, los surcos
Marcan la huella del tiempo transcurrido
Solo quedan vestigios de una juventud gastada
Pero llena de emociones, de pasiones jugadas.
Siempre el destino me presentó, mujeres
Hermosas, graciosas y nunca amargadas
Pese a que el rostro que me ha acompañado
Durante mi periodo terrenal, ha sufrido cambios
Notorios de una fuerza de gravedad avanzada
Que más vale no juzgar,
He sentido que
Ellas miraron mi interior, y que bueno que fue así
Que de alguna manera, les pareció
Mucho mejor, entretenido, y hasta varonil
Gracias a Dios.
Soy un cactus que aunque tosco y espinudo
La flor que nace desde mi interior, luce
Mi vida como una Gardenia o un Serafín
De una corte celestial, ya no quiero envejecer
pero si no es así bueno que mas da
total ya lo vivví
Cuando creía que mi vida de hombre terminaba
Dios en toda su infinita consideración despertaba
Mi fuego con su delicada decisión de dar
A este singular simplón una musa inspirada
En dar vida a este garañón.
Y todo esto gracias a Dios.