Tengo el privilegio,
que cabalgué junto a ella,
por parajes jamás transitados,
que amé
hasta las sombras de sus noches
y que la honré con excentricidad
y que insisto en amarla,
hasta en lo misterioso,
de su fría sepultura.
Arrastró mi calvario,
por desierto inhóspitos,
por donde pocos,
que han amado de verdad,
han frecuentado
y no me inoportuna llorar,
en mis noches ásperas,
porque entre sollozos
se respira,
sobre este angustiado planeta.
Ella peregrinó,
acarreando,
con mis aspiraciones,
cerrada,
y yo esperando de la nada,
recuperarle,
o que me manifestase,
con su alma,
incomunicada,
que aún me ama,
aunque sea,
con un testimonio,
imaginario.