Las manecillas del reloj
parecen detenerse...
El tiempo sin tiempo
la espera impaciente...
Disfrutas tu preñéz...
pero a la vez...
quieres...
cobijarlo en tus brazos.
Que un piecito por aquí,
que el codito en la vejiga,
que inquieto el gurrumín,
que ya espera su salida...
Cuando se queda quieto,
se enciende la alarma,
le hablas, cantas, bailas,
y el comienza su rutina.
Ese pedacito de cielo,
fruto del amor sincero,
sin egoísmos, ni trampas,
como debe ser la gracia....
No desesperes nena,
que antes que llegue carnaval,
prendido a la teta estará,
desparramando su magia...