Una casa grande, blanca y luminosa,
con aromas de pino, con perfumes de azahar,
con naranjos floridos, con ventanas abiertas
y una mesa grande para compartir el pan.
Esa casa segura, la que construímos
con nuestras propias manos, con amor sin igual,
esa es nuestra vida, amor mío, eso es lo que hicimos
para dar a los hijos casa, abrigo y hogar.
Hubo perros y un gato, peces chicos y grandes,
un águila enjaulada y gallinas, y gallos,
tortugas, un borrego, había tres caballos
y hasta un hamster del niño escondido en la sala.
Parvadas de chiquillos llegaban a la casa,
para todos había : agua fresca en verano
fruta, ponche, dulces, bacalao en invierno,
abrazos y besos, y peleas de hermanos.
Pasó la corriente pero aquí quedó el río,
nuestros hijos crecieron, reforzaron sus alas,
emprendieron el vuelo y tuvieron polluelos
que tú y yo recibimos, aquí, dentro del alma.
Cuando tú te nos fuiste acercaron sus nidos
y siempre están volando a mi alrededor,
como tú lo hiciste, embellecen mis días,
fuentes ingotables de ternura y amor.
El hacer esa casa grande y luminosa
con aromas de pino, con perfumes de azahar,
esa fué nuestra vida de ventanas abiertas,
hoy, la cuido y veo tu estrella brillar.