Mírame así, niño,
como la última vez
cuando te tuve conmigo
para volverte a perder.
Mírame,
que soy la poetisa
que está soñándote
en el silencio roto
por el latir incesante,
de mi corazón enloquecido
que ya contempla el instante
en que tu mirar y el mío
vayan a cruzarse,
en un verso constelado
envuelto en los acordes
de la textura de tus manos
y del anhelo que se esconde,
tras el umbral de mi deseo,
tras la ternura que rebalsa,
entre cielos imperfectos
que no entienden de palabras.
Mírame niño, en una sonrisa,
que soy la poetisa enamorada
que desviste fantasías
con melodía de lágrimas...
y te escribe poesía
desde la noche de su alma.
Y yo sólo querré alcanzarte
entre ocasos inspiradores,
sentirte de cerca, rozarte,
con estos ojos soñadores.
Soy la poetisa,
sí niño, tu poetisa,
la de tus sueños de amor,
esa que te recitará su poesía
en una tímida puesta de sol...
para quedarse dormida,
para siempre,
en tu dulce corazón.
Ceci Ailín