Pueblos oprimidos del mundo,
alzad alta y clara la voz,
narrad vuestra existencia atroz
al extranjero y al oriundo.
Habladles del gran poder bélico
de naciones autoritarias,
que incitan guerras sanguinarias
y al pueblo condenan famélico.
Narrad sin miedo y sin temor
que los niños son explotados,
y sus derechos destrozados
sin el más mínimo pudor.
Contadles a esos dirigentes
que pisotean vuestros karmas,
que disparando crueles armas
los más idiotas, son valientes.
Al Primer Mundo decid alto,
que no son palabras vacías
el pan que llena vuestros días,
ni tampoco, un fusil de asalto.
Contad al mundo que la guerra
no siembra ni la paz ni el trigo,
y que el odio es enemigo
de granjas y de arar la tierra.
Chillad alto la gran verdad.
Un pueblo que vive oprimido
derrotado y escarnecido
siempre escucha la voz… ¡Luchad!
Y las luchas engendran luchas.
Y todo odio mata la vida.
Y toda lucha fratricida
son al cien por cien, paparruchas.
Pueblos oprimidos del mundo,
quizá algún día la bandera
de la paz, sea la primera
que ice este caos inmundo
al que llamamos sociedad,
y todo el mundo pertenezca,
a la paz global que florezca
en nuestra amada humanidad.