Veo en mis sueños de tortura que el pasado me hostiga, siento en el
pecho el dolor que me consume. Antes que de este mundo yo me
esfume, venceré a la traición, vil enemiga. Danzarines de sangre y
de flagelo, dibujaron cicatrices en mi piel.
Me ha quedado el sabor amargo de la hiel, en mi presente de locura
y de desvelo.
Gélido hierro que abraza pies y manos, la hambruna canta loca en la
noche. Contemplando a la orgía y a los sustentos en derroche,
siniestras burlas que expresaban los malvados. La ebriedad
lentamente los dormita, oportunos momentos de reaccionar.
Con el afán y la esperanza de escapar, en la mente el rencor que me
incita.
En el muro quedan las huellas de esta historia, adornadas del líquido
del sufrimiento.
Me fusiono en un instante con el viento, para volar bien lejos de la
escoria.
El perfume del lugar que me vio nacer, me transporta a las vidrieras
de mi morada.
Contemplé a la serpiente enroscada, que enveneno de odio oscuro
a mi mujer. La traición enmascarada de amistad, ha fraguado sus
movimientos con sigilo. Mis tempestades están pendiendo de un
hilo, han desatado a la bestia con crueldad.
Mis manos conducen el impacto, que abrieron el túnel en su frente.
El beso del bronce humeante y sonriente, y un cadáver que palidece
en el acto. Uno menos en la lista negra y extensa, emprendo el viaje
de la sangre y la venganza. Acelerada mi conciencia no descansa,
hasta sus cabezas como grata recompensa.