Nunca mis ojos tuvieron más destellos,
que ante los tuyos de atónita mirada,
mi corazón muy de prisa palpitaba
por esos ojos tan cálidos y bellos.
Con pasos sigilosos caminaba,
mi silueta espigada, se reflejaba
en las paredes blanquecinas, revocadas,
con sombras de la noche dibujadas.
La luna me seguía misteriosa
y sus rayos azules derramaba
sobre mi cabellera voluptuosa,
que el viento azotaba cual crin briosa.
Con los brazos extendidos caminaba,
quise abrazar el cielo y la alborada,
se hacían lerdos mis pasos... no avanzaba,
me sentía en el asfalto aprisionada.
En mi boca, las palabras guardadas
y amontonadas, se sintieron saturadas,
e hicieron explosión en mi garganta
y un agujero que en el pecho se agiganta.
Apretando los besos en mis labios
y las caricias sostenidas en mis manos,
temblorosa y agitada a ti llegaba…
¡Para entregarte este amor de madrugada!
Felina