Hueles a tabaco y caña,
a bota de militar
que por más de un siglo entero
te han querido doblegar.
Hueles a tu ron genuino,
hijo de la tradición,
a cocotero crecido
bailando guaracha y son.
Hueles a sudor de negro
que se mezcla con el sol
para llenarte los campos
de esa, su fuerza mayor.
Hueles a marisco puro,
por el mar en libertad,
a barco camaronero
que navega en soledad.
Hueles a baile y a fiesta,
a ritmo de carnaval,
pero también a reyerta
de reunión estival.
También hueles a esperanza,
por un futuro mejor,
lleno de fe y de bonanza
tú, en todo tu esplendor.