Lo extraño, y lo extraño mucho.
El solo tratar de asimilar que ya no lo tendré cerca para aconsejarme, para hablar, o simplemente para reírnos de nada, me hace querer romper en llanto.
Uno no se da cuenta de lo que en realidad tiene hasta que ya es demasiado tarde y lo pierde.
Ahora, solo puedo recordar, los momentos vividos, las emociones y las palabras.
Pero debo ser fuerte, como el sabe que puedo serlo.
Vivirá siempre en mi recuerdo, pero aun así, me hace mucha falta el tenerlo conmigo, el saber que estará cuando lo necesite, cuando sea, donde sea.
Tenía esa seguridad, pero al verlo como algo totalmente cotidiano no le prestaba la atención debida.
Ahora que lo necesito y no lo tengo, me doy cuenta.
Me hace falta, sus consejos, justos y completos, como si tuviera la sabiduría del mismísimo tiempo. Sus palabras, tan difíciles de entender, pero a la vez tan simples de interpretar. Sus abrazos calientes, tiernos y seguros.
Los extraño.
Me enseño a ser recto, justo, honrado, respetuoso, en fin… un hombre, un buen hombre como el.
Si llegara a ser la mitad de bueno, sabio y comprensivo que el, seria suficiente para mi.
Lo extraño, lo extraño mucho, pero vivirá dentro mío, en mi recuerdo y en mi corazón siempre.
Lo extraño.