Mis manos volaban,
con alas de colibrí,
ante su talle esbelto,
mis dedos mariposas azules
soñando siempre,
con moldear,
su delicado cuerpo.
La brisa que me rodeaba,
le daba escalofríos,
cuando su sutil voz,
declamaba mi ordinario nombre
y mis ojos hipnotizados,
se desvanecían,
cuando sus radiantes luceros,
describían entre tonos filarmónicos,
que también me quería.
Entre metáforas de sueños,
fui recorriendo su largo cabello,
mientras mis poros percibían,
el aroma fresco,
que emanaba,
de su corazón sediento.
Mis mañanas ansiosas,
del calor de sus besos,
se elevaban alegres,
coqueteando por el cielo,
con alas multicolores,
cada vez,
que gemías,
cuando la gloria del universo,
me permitía,
ser el dueño absoluto,
de los atributos,
de su cuerpo celestial,
empotrado a sus caderas
y embelesado,
con las grandes eminencias,
que provenían,
de su blanco pecho.