dedo extenso que hunde la carne,
mano que se agarra y se funde al cuerpo
brazo de la naturaleza,
costilla que arde y parte.
Tú que has visto los océanos
Y el temor del tiempo*
flotando a la deriva en el espacio,
que punteas de sal
el pequeño glóbulo galáctico de color azul.
Tú que cristalizas
el deseo antes de que la luz escape.
La nave se desliza en un acuario,
y bajo la tensión superficial
la flotación permite pasar el mundo
por el capilar donde no cabría una escama.
Estaba ya inundado tu seno
cuando en la creación irrumpió la gota,
y sobre el fuego el color fue suspendido
como aliento de estrella evaporada.
Ahora cada poro de coral en su lugar
y el balance desde donde
se precipita el cielo de colmenas,
armándose como el vexilium de una pluma
y cayendo de repente...
Ha vuelto a zambullirse
una celdilla en mitad del viaje,
y por encima de la tensión
el revoloteo de los dedos todavía frescos
pierden el rastro,
dejan todo lo que sirviera de equipaje..
*las constelación de Orión en la tierra (Las Pirámides)