Una curiosa rana
al escuchar unos ladridos
abrió indiscreta su ventada
para saber lo ocurrido.
Un perro rabioso ladraba
mostrando todos sus dientes
para ver si así ahuyentaba
a una peligrosa serpiente.
La víbora serenamente
muy desafiante se erguía
mientras el perro valiente
ladrándole allí seguía.
Ya no se escuchó más nada
se silenció todo el ambiente
mientras la pobre rana
cayó en las fauces de la serpiente.
El mensaje claro ha quedado
por la experiencia de la rana
que a veces para ser bocado
basta con abrir la ventana.
AUTOR: Alejandro J. Diaz Valero
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Maracaibo, Venezuela