He tomado de la vida la constancia
reunida a través de la experiencia,
de guardar los momentos de la infancia
para disfrutar de esta vida con paciencia.
He aprendido de mis padres la dulzura
que encontraba en sus caricias cada día,
he heredado un poco de su cordura
al afrontar los problemas que tenían.
Si hoy muestro un poco de tolerancia
se la debo a mis abuelos en la infancia,
igual que a repartir bien la ganancia
con el producto del trabajo y la constancia.
He tomado del amor al compañero
con quien comparto mi vida en un ¡Te quiero!
a él le debo la comprensión y la paciencia,
y también a tener más tolerancia.
De mis dos hijos aprendi que ¡Yo si puedo!
Enfrentarme al dolor con valor y fortaleza,
ellos en las adversidades han dicho ¡Yo si puedo!
Demostrándome así, su optimismo y su grandeza.
Por humilde que sea mi trabajo cada día
Aprendí que es bueno ser responsable,
olvidar el cansancio y el dolor si lo sentía
Y brindarle al oficio una sonrisa agradable.
He tomado lo mejor que deja el llanto
cuando aparece y sobresale al pensamiento,
para poder lavar las penas de algún desencanto
y mantener así intacto en el alma el sentimiento.
De mis amigos he aprendido honestidad
y a ver la vida sin sentirme en soledad,
a mantener la mano abierta con sinceridad
y al hablar de mi vida lo hago con la verdad.
He tomado de la vida la lucha y alegría
y he dejado de lado el pesimismo y la tristeza,
he tocado el arco iris con mis manos cada día
cuando veo el sol en su explendor y su belleza.
¡Le doy gracias a Dios al levantarme
por permitirme vivir un nuevo día!
María B Núñez