gallicida

BAILA ANUKET AL COMPÁS DE NUESTRA PLUMA (fusionado con Ricardo Alvarez)

Adiposo tejido que subyuga acalorado./    

Antípodas de freno y desconsuelo mudo

Atávico instinto de polución nocturna

Sábana esmaltada en vanidades...

Pertinaz anhelo en tu estampa de Atlas y anatomía    

Fluidos en ósmosis y orgamos se retuercen  

¿O me lanzo de cabeza a tu Ambrosía?

¿O me corroe la emulsión de tu pureza?

Desvencijado y cabizbajo busco a tientas  

Vencer a la tentación que se desnuda

¡Ay.Celosías de placeres prohibidos!

Locuaz pórtico de Sodoma faz maquillada

Fugacidades de esta loca noche mermante que se acaba

e inicia un culto pagano de fuego en la mañana/

Parábola que nos lega una sabía moraleja

de vanidades superadas en nuestras almas, y la celosía...

¿Qué sabe la celosía del íntimo cubículo sin tabúes?

Cuando siento la turgencia de tus músculos ornando el esqueleto,

la polución abre sus muslos claros, de sinuosidad implacable 

con el destino de la pirámide en tus ingles de alimento,

en los dedos de naturales lociones sin membrana

andan mis genes sibaritas saboreando tus pechos suculentos/

La noche se extendió tanto como la arista flexible de la luna

al éxodo horizontal de un naranja  amanecer tejido,

donde urdimos dos cuerpos de fervor trazando al infinito

la prematura nube antes del aclarecer sombrío/  

Inútil freno entre dos montañas corrompidas de pasiones

maculando las telas de tálamo con icores licuados         

perpetuando una Odisea en nuestro valle estremecido/.

 

¡Escucha, mi amor. Zona y cuerpo de Gomorra!

La nada retiró musitando sus palabras

e instaló sus nuevas moradas al silencio ardiente de cuatro labios ocupados/

Aun resuenan laúdes de canto en las mudas aves del alambre,

en esta mutua tentación carnal, se han caído de los párpados

todas la lágrimas azules deshidratadas/

Al confín de tu caricia y tu cara anonadada

la insana memora del rubor va desvistiendo

sus telas rosas a las pasiones oscuras primigenias.

En los corazones sin sobornos navegamos mares de poesía,

en la adiposidad quemamos la grosura enflaquecida

con un crisol de Vulcánicos pechos de sustento/

Pedimos rápido auxilio de hierbas zenes y ungüentos    

porque la potencia de la inagotable usina

sigue el camino de la energía/

¡Que nos amparen los placidos dolores de un Dionisio sin barrotes!    

Porque el sol se ausentó entre dos lunas de cobres trashumantes

y lo nocturno con ansia de vampiro, sátiro y sediento

se incorporó con dientes de ávido caníbal,

en nuestro amor de carne magra enrojecida/