Eduardo Urueta

No siente pero besa

 

No siente pero besa

no abraza pero siente

cuánto es que brazo pesa

cuánto es que el labio miente

 

Adentro de una botella de árboles

encontré tus ojos

y eran dos recuerdos que se acumularon en el sin-fondo del tiempo.

 

También la neurona de un calabozo

encontré

tres guerras que se llamaban Héctor.

Alejandro era una línea de lectura

que amasé después de la corrupción del vidrio.

Ahora busco, en la sencillez de la calle,

la complicidad de tu sombra

y encuentro flores que se soplan, blancas, flores de rescate,

flores que duran un día o menos, si es que el viento tiene furia.

Encuentro estructuras de polvo

periódicos de un mundo enviciado;

con letras carmín que me mancillan las manos.

Mariana ha sanado de su cáncer

me anuncia el mismo Héctor.

El escándalo de esta ciudad es una sirena espléndida y grande,

de todos los días. No descansa en domingo su boca porque la vida no descansa

y como el cáncer es origen de muerte, se fatiga, desaparece, sana Mariana.

 

Debajo de mi cama hay un sótano que descubrí,

que guarda la masturbación violenta del primo que visita, en su variedad de cotidiano, mi pornografía. Desde entonces me gusta Mario Benedetti.

 

La cadena de un libro es una sierpe que se clava en la boca y me sale por el culo;

la casa del amor se mantiene intacta como el sexo de mi abuela

para iluminar la estructura de mi columna hispana.

 

No siente pero besa

no abraza pero siente

cuánto es que el brazo pesa

cuánto es que el labio miente.