Llenarse de dulces los labios
y a la misma vez de sal;
por un momento besar la verdad
aun sabiendo que ni el sabor
nos quedará
Esa oscuridad profunda,
de la cual con la palabra
anhelamos pronto escapar,
se va entre miles de promesas
y no regresará.
Pero de nada
me sirven palabras agridulces
si son solo tu desvarío,
que no tiene un lugar
en medio de mi veracidad.
Aún recuerdo aquel día
que con tu absurda ironía,
alzaste la mirada
e intentaste jurar
por “la luna y las estrellas”.
Qué ingenuidad la tuya
como si a las mujeres
de hoy en día
nos pudieran bajar el cielo
cuando no me bajas ni la guardia.
Mejor guárdate las palabras
que no completan ni una estrella
y dedícate a jurar en vano
porque no me creo en tus palabras
cuando son invisibles tus actos.