Llueven los lamentos del cielo, se precipitan en caída libre a la tierra. Hambre, sed, violencia y muerte, hay en esta interminable guerra.
Bestias rugientes hacen vibrar el suelo, escupen fuego con su larga y ancha lengua.
Gobiernos tiranos envueltos en soberbia, no se ponen de acuerdo, no hay freno ni tregua.
El aire se torna irrespirable, se contamina con el polvo de la ceguera. Las almas débiles se embriagan con mal, las más fuertes escapan de alguna manera.
Muere el silencio en el amplio mar, acuáticos terrestres imponen su presencia. Un enjambre de avispas mecánicas, destruyen el metal con gran inteligencia.
Ya a los títeres les mueven los hilos, avanzan en cada movimiento con mucha cautela.
Los errores se pagan con sangre, así les enseñaron en la siniestra escuela.
El frío invoca al fuego, se refugian en el miedo y en las sorpresas. La esperanza que yace dormida en el alma, limpia sus penas y sus asperezas.
Esperando a que el conflicto sucumba, la paciencia comienza a latir. Es una lucha que se pierde en el tiempo, es una lucha por sobrevivir.