Fernando Curiman
Canto
Canto frío porque canto a los perros. Esos viajeros eternos del nocturno perecer Esos altaneros espectros de un paisaje vibrante, De un paisaje inquieto, como de hormigas Como de lluvia pantanosa. Se camuflan entre la marcha matutina Y regalan al vagabundo su calor animalesco.
Canto madera porque le canto a las sillas. Ahí pegadas acogiendo la noche Y sus borrachos acompañantes. Esperando la tarde para sentir la espalda De los amantes temblar en corazones Y escuchar secretos que la entretienen.
Canto fuego cuando canto a mi madre Y sus manos de proleta cansada Revolver la leche pa' mi hermana chica Que se duerme riendo entre paredes pobres.
Canto rojo cuando canto a mi padre Y sus bototos de obrero caer sobre la tierra En respiro de agotamiento como desafiando titanes Al trabajo de martillo y rostro seco.
Canto frío pues canto de noche. Con los ojos abiertos y la boca moribunda. Agitando los vestidos de la luz que se retuerce,
Que titila, que me llueve sobre las manos. Y Edith Piaf me susurra "Non Je Ne Regrette Rien" En la taza de café que parece no acabarse.
Madera fría roja quemándose. Son mis letras en esta fogata grisácea De palabras entumidas durmiendo bajo la ciudad.