Sólo un beso me pediste, así sutil y desinteresado.
Que se te antojaba, me dijiste, y yo cedí sin tan solo pensarlo...
Tardé en asimilarlo, lo confieso, porque creí que era de mis sentidos un mal juego..
uno, dos y tres segundos.. un minuto pasó luego.
Saborear tu lengua, tus labios cálidos y tu saliva
y al abrir mis ojos mirar la complicidad malévola de tu sonrisa,
me perdí en tu mirada, y en esa atmósfera repentina que creamos
me hiciste volver a la realidad con una pregunta que brotó de tus labios: ¿nos vamos?
Me levanté súbitamente y corrí para estar sola.
Para capturar esa lágrima violenta que se dejaba escapar...
Regresó a tí luego, mi sonrisa eterna,
me besaste la mano y me dejé llevar...