Se aligeró yacente en su apocento,
con púlcras oraciones desatinas
que invocan en su lecho poesías,
la última,la escribe en su agonía.
Él compara sus vértebras gastadas
y artérias que caen en la trampa
vagando en sus pupílas dilatadas,
una lágrima absorta vacilaba.
Fatigado y con ancias,inspiraba,
resistiendo a la muerte, penetraba
en su sentir profundo y escribía,
el último poema de sus días.
Distante de la lógica y deshecho,
impune trás su pálido semblante
encontraba pretextos lo dejasen,
cumplir su cometido apacionante.
Con los labios violacios sonrreía,
¡Pués añejos sus cuadernos guardarían
a su pasar eterno por la vida,
que en la inmortalidad perduraría!.
Tiritaba de frío,descarnado,
al sentir su perfil endurecido
neblinoso mirar,más insultante,
inspiró una vez más,casi jadeante.
Entre heróicas frases revelantes,
sus huesos cual frágiles cristales
abandonan la fuerza de su cuerpo
y el debil corazón,yá fibrilante.
Al compás de recuerdos y sonetos,
se encamina el poeta hacía su puerto
y en su luto,tranquilo,él expira,
complacido al pensar,que nunca ha muerto.
Silvia.Abalo.