La falta de silencios
le bastó al viento para l l e v a r n o s ,
como un silbido:
juntos,
etéreos,
inefables.
La risa se ausentaba a cada tanto,
la savia,
el néctar de tu tristeza,
tu alma cayendo desde mis hombros,
inundando mi pecho de ti.
Una vez al mes nos preguntamos
dónde estábamos,
a manera de chiste, de broma,
a razón de nadie,
tan sólo para reír de la ironía
de preguntarnos algo.
Tú y yo
estábamos.
Juntos,
como hoy:
tú en mi canto, yo en tus alas:
como un ave.
Vamos juntos al sol, ¿quieres?,
vamos juntos al sol.
Recuerdo la primera vez:
nuestros labios se callaban mutuamente
y el sol se sentía tan cercano.
Nos arrojamos al vacío,
al mar, al cielo,
como quien muere repentinamente.
Nos entregamos como un ciego a la ceguera,
a la confianza del vacío,
- ese vacío -
donde el amor y el silencio
se vuelven,
otra vez,
la misma cosa.
Carlos Alcaraz
29/11/11