Estuvieron desnudos de alma
y faltos de amores
se encontraron en plenos inviernos
carentes de soles.
Y durmieron a solas un tiempo inaudito
de silencio inhumano
que en cierta manera
fué un sólido grito.
Caminaron despacio en la vida
como si temieran
dar un paso muy firme en salida
que al fin los hundiera.
Y aunque nunca devotos
de sueños rezaron milagros
conocieron un Dios para rotos
que creen que todo es amargo.
Haya fe que hay un cielo celeste
que es dueño de todo
y aunque se haga pesada la vida y nos cueste
también habrá un modo...