Es cuando el espíritu
no admite que haya diferencias;
en cada una de ellas,
existe una esencia que le es propia,
donde la vida en cada ser se expresa
de distinta manera.
Es la visión egoísta, prejuiciosa
la visión limitada,
de que la existencia,
es sólo en un solo sentido.
Es la intolerancia,
la falsa creencia de omnipotencia;
la humanidad tiene sus límites,
porque en ella existe la libertad.
Son las crueldades y los resentimientos,
la incomprensión,
de que la naturaleza dotó al hombre,
para que la comprenda,
y se comprenda a sí mismo,
porque él es parte de lo absoluto,
pero sólo parte y no todo.
El Sida nos muestra la oportunidad de corregirnos,
porque más que la propia enfermedad,
es la ocasión,
de maravillarnos ante las demás existencias,
y ante cada encuentro, en general,
sobre todo, con el otro, “ser” humano.
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