Una hoja es carga de una última hormiga,
y ésta se siente triste y a veces irrumpe
su trabajo con segura melancolía,
sentí su carga liviana como un yunque
tras mezclarla con pinturas del pasado
en la rutina pasajera, liviana del día.
Si profundizo que el jueves tres de marzo
llovió, y la última gota estuvo presumida
sobre el insecto de bronce, mi carga
me estuviese curvando. Y si conjeturo
a la gota interpretando a su justa Parca,
sentiría cierta agonía temporal –procuro
no agitar más los tonos del pensamiento
no vaya a ser que visualice su tristeza,
esa otra carga invisible como el viento,
carga de mi carga, tristeza de mi tristeza.