Querida Patria mía,
¡silvas te están creciendo!
Huele a orín por el sumidero
de ese ayuntamiento,
a rancio por ese acuartelamiento,
a ebriedad por la esquina de baretos.
Por discotecas veo adolescentes pastilleros.
¿Tanto cuesta incentivar las aulas?
¡Ni fin de semana, ni fiesta de guardar!
¿Qué hay que guardar, la creatividad humana?
Las madrasas día y noche trabajan.
Me preocupa este miedo existencial,
apática anda hasta la libertad individual.
¡Patria mía! Dale oquedad,
más hipotecas por Navidad.
Dale juegos de azar
que llenen tu arca estatal,
Dale ciencias de falsa sabiduría.
No ahuyentes las moscas de burro,
¡dale larvas, huevas crían
hasta en el conocimiento no nato!
Monet, por cierto…
¿qué fue del nacionalismo de antaño?
Más ahora…
¿se estarán reinventado su nuevo futuro?
¿O será como la lengua de los exiguos pira?
Esta soy yo, ¡arlequín de juguetilandia!
Cuento dólares, euros, cedis, dírhams…
mas no sé con lo que cuento
cuando cuento el verso de mi bolsillo.
En el silente de la noche
resucitan las almas muertas
y cuerpos con la cabeza vuelta,
¿serán zombis o… poetas?
Bucles oigo que hace la mar,
el aire, aroma trae a azahar.
Abierto está el jazmín,
mas la losa también…
Enemigo mío, en el infierno,
frente a frente nos veremos, ¡reiremos!
Por supuesto que arderemos,
tú por malo; yo, también.
Enciendo un cigarrillo;
mi marido, plácidamente duerme…
Empieza un preludio de Wagner y...
¡soy el ser más dichoso,
junto contigo, amigo mío!