Hoy te he visto llegar pálida y sollozante
tu mano temblorosa buscó la cerradura,
entraste en silencio con paso vacilante,
con el rostro marchito y mirada insegura.
Al verte te confieso sentí pena por ti
ya no existia resquicio de tu otrora frescura,
que ha pasado en tu vida para que estés aquí
después que me dejaste por tu febril locura.
hoy mirándote así quisiera protegerte
y brindarle a tu vida aires de primavera,
olvidar el pasado y dedicarme a quererte,
para hacerte feliz el tiempo que nos queda.
¡El que de verdad ama puede perdonarlo todo!
María B Núñez