Caballo de muslos blancos
un tesoro llevas en tu frente,
eres la grandeza de la belleza y la verdad con que ríe el sol;
sueño de los campos,
que sueñan con pegar la tierra en tu galope
y llevarla de por vida en tus zapatos,
no dejes de mirar en tus ojos hallare el cielo,
no dejes de mirar que las sonrisas no te causen simpatía.
¿Pero que ocultas tras de ti?
veo la suave rosa que desprende de tus cabellos
y desgarra tu piel con rasguños.
Canción de un atardecer en su rojo esta su pureza.
Veo tras este animal
el resumen de mis sueños hechos risas,
veo en la tibieza de su blanco
el corazón que no fue mío;
indomable escapas a los campos,
huyes entre los cielos, corres tras la brisa
te escapas de mis besos.
Yen la codicia del lamento
veo oro en llamas,
pero no encuentro tus besos.
¿De que sirven tus ojos si tan solo los cierras?
Pero no te deas caer, dejas soltar las alas
que llevas pegadas a tu pecho.
Canción que un día cambiara,
en el tono descubro su tristeza.
Canción que dejaré de escuchar
por mas que cueste olvidarla,
por mas que lastime perderla.
En tardes en que el sueño es áspero y bruto,
no podré describir que me pasa por dentro.
Saber que la rosa que prendía de su pecho
hoy fue aplastada por sus pasos,
los que me alejaron de ti.
Caballo que te pierdes en la noche,
y no te distingo entre el blanco de los campos,
y en el cielo te pierdo en cada estrella.
Perdido bajo una inmensa sombra,
vivo buscando ese blanco corazón,
el que un día quise amar y en sus ojos encontré la verdad,
perdido…bajo el lamento de que rápido se pierde lo bueno.
No encuentro refugio en esta oscuridad
a lo lejos un molino,
a lo lejos el crujir de los árboles,
a lo lejos una luz, la casa que curara mis heridas
y me cubrirá de temores.
En cada paso, en cada camino leo una leyenda,
en cada sueño, cada destino, descubro una mentira,
ya que la tibia mirada con que me aprecias se encuentra,
vagando por los campos sedienta del peligro
de galopar lejos de mí.
A veces sentía tan ciego este animal,
que me confundía con el peligro,
y no veía la claridad con que yo quería su blanco pecho,
y quitarle su tibia rosa esa que expulsa el sudor
hecho lagrimas de pasión, fuego y angustia,
las que el polvo cubría en cuanto mas se alejaba.
Pasaron años de ese mágico encuentro,
y lo encontré con otros caballos,
estropeado, herido, carente de sueños;
con años encima.
Ese viejo animal que amaba la libertad,
hoy estaba preso en su desconfianza
atrapado por la inseguridad,
al ver como ese verdugo de los vientos,
(a penas podía galopar en su respiración),
una lágrima se desprendió de mis ojos y fue absorbida por su pelo.
en cada caricia que le hacia.
Si te he amado unicornio;
si te he buscado por los campos,
donde recogías tu libertad
y enseñabas a volar a los pájaros.
Si te he amado;
y al ver en tu frente que faltaba algo
que te lo robaron
eso que lucias con orgullo,
como la victoria luce sus laureles,
eso que te diferenciaba de los demás
y creaba la fantasía de que cada día eras más libre,
más libre que mis ojos sedientos de tu hallazgo,
sedientos de tu belleza, unicornio.
Ricardo Nogal.