Al borde de la luna,
entre la frontera de la estrella
y la montaña cobriza
la grieta refleja su media sonrisa en mis ojos.
al despertar sobre tu vientre de lienzo nevado,
con mi voz calma de perdidas batallas
y el corazón molido contra afiladas hélices.
Mujer...
Bajo el cielo lo astral marcó tus cejas.
El viento arrancó de cuajo
las raíces rebeldes para moldear tus pies
y la hoja lacrada te legó la lenidad vegetal.
Ya eran tuyas las montañas del crepúsculo
donde el lirio enciende su vela azul,
el sabio profeta de la cúspide
toma el libro marrón del ocaso y
al caer la noche le dejó el blanco
plasmado del sideral ecuestre,
como tu vientre de pluma perenne.
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