¿Dónde está nuestro hijo?,
te pregunto y me pregunto
¿Acaso duerme
en la inútil esperma
de tu sexo
o quedó mutilado,
conservadoramente,
por el bisturí de un cirujano?
Nuestro hijo no está,
ni se llamará como tú
para repetirme tu nombre
en la histeria cotidiana.
No me regalará en su copa
nuestros cromosomas pareados.
Jamás seremos tres
ni siquiera dos.
No construiremos para él
su barco de papel,
No guardaremos en las noches
el cajón de sus juguetes
ni esconderemos
debajo de su cama
el sueño de la última navidad.
No habrá esparadrapo
ni alcohol en sus rodillas.
No beberemos sus lágrimas
ni ordenaremos sus libros.
No habrá proyectos,
institutos,
ni futuro para él
porque así, sencillamente,
no tuvimos valor
para coserlo hilo a hilo,
retazo a retazo
como artesanos de la piel,
y lo dejamos deshacerse
en las miserias
de abuelos inocentes,
opiniones ajenas
y tiempos que no vuelven.
Nuestro hijo no está
ni estará
porque nosotros lo borramos
antes de ser
una mancha del grafito.