Tengo un caudal de amor, en mi pecho escondido,
encuéntralo y hazlo tuyo;
abre mi corazón y verás lo que te digo,
que si tú lo haces tuyo, será lo mejor que habré vivido.
Aduéñate de mi ser, como fiera atacante,
y déjate sentir mujer mucho más de lo que eres;
mímame como niño que lo sacas de la cuna,
dándole tus dos senos, para que se lacte en una.
Con tus besos ponle dulce a mi vida amargada,
cuando te busco y no estás, porque te siento alejada;
y no hay castigo peor que el hombre pueda sentir,
que el silencio y la distancia, de la mujer que ama.
Por ti haré lo indecible, aunque sea un pecador,
y en alas de un ruiseñor pondré mi fe y esperanza;
a ver si mi suerte alcanza a lograr lo que yo anhelo,
que es tenerte en esta vida, y en la otra allá en el cielo.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita