Desde el afinado acorde,
de mi vieja melodía,
sigo entonando,
aquella balada distante
de amor,
donde tus armónicas caricias,
me hacían compañía.
Como melodía de un Stradivarius
fue tu música,
que se fue esculpiendo en mi esencia,
como la más virtuosa sinfonía.
Como el suspiro de una blanca rosa,
fue el despertar de tus cálidos besos
en mi alcoba,
donde me fui bebiendo de a poco,
el dulce aliento de tu boca,
que todavía en mi existencia reposa.
Desde el infinito azul del cielo
arriba hasta mi,
tu fragancia de flor,
y en claustro,
en que se convirtió mi vida,
persiste la melodía de tu risa,
aunque el vino de la tristeza,
me recuerde,
que sólo tus memorias,
me hacen compañía.