El viento solitario, recorre las calles,
tocando de puerta en puerta las moradas,
deshojando corazones, grises y seniles,
que viajan en manto, de noches despiadadas.
Cruel, fatal, provocas trifulcas de olas,
que envuelven tu imagen de luna,
en torbellinos de plata, que bañas
en el arco de tu iris, niña adivina.
Tranquilo, jadeante, sin fuerzas, luzco;
después de encontrar tú respiro,
que calma la sed del eterno caminante…
Que se regocija en brazos; que busco,
hasta posar este beso sincero,
que volando va, hacia ti flor errante…