Mazbeth.
(sólo se puede leer escuchando "Are you going whith me" de P. Metheny)
Que sabia viva baja por su camino de miel
que dulcineas en domingo pasean por el trigal,
que días fértiles en los tiernos soles dorados,
me dejan ver su figura musical vestida de violeta
aquellos años de peligro y flores armando el futuro
dictando cátedras sobre la primavera y las mañanas,
que aún su margen de misterio
siempre serian más cálidas,
que aún su inmutable paranoia de aromas sonrientes
buscaría sin máscara como un topo en primavera.
Más su pequeña pasión y formidable in-certeza
nunca dejó huella en los lugares,
sin embargo como un fantasma
se posó en todos los días venideros;
así el bosque fue de a poco avanzando
llegando hasta sus manos dormidas
hasta el muelle donde vio morir la mañana;
por ese amor casi infantil,
casi muerto sin nacer,
casi amante, casi posible,
si no por el cauce minimalista en donde fluye el olvido,
donde tantos años después,
me llamara su sonrisa,
sus cabellos de muñeca nueva
colocados en sus ojos de pausa,
en su caminar de niña primera y su inmerecida compañía.
Miro los pasos que no veo y tengo tanto sol ausente,
tantas tardes salvando las horas en que quise amarte
mientras tu tenías otros días y otras tardes,
así no más fuimos quedando cada uno en su orilla,
cada uno en las veredas que se extienden,
y las calles, y los barrios, y el sur entero
se fue haciendo un océano de años
que pasaban como nubes previas al tornado.
Y nada pudo contra el aura de las tardes
y el impacto de su pecho sonoro
vibrando en la penumbra,
mientras en vestido de héroe lanzaba soles encendidos
a su aura de niña perfumada por mis pasos funcionarios,
que en aquella madrugada de tanto quererte,
me dormí sabiendo que “vas conmigo”,
en el vaivén sonoro y los caminos tonales
que dejaron estas frases
en la lira mágica después de las seis.