Siento que la hora precisa de mi tiempo
perfuma el amor sublime de mi entrega
del sublime amor que a raudales siento
por el tierno amor que en mi interior se queda.
Amor eterno que quedó grabado
al quedar grabada la figura interna,
en el néctar de amor una vez soñado
de una niña flor que las ansias sueñan.
Flor de niña que en el polen fluye
como corren por el aire las quimera,
y en su lucha desmedida cubre
conquistando con tesón a un mar de estrellas.
Derrotando por el tiempo las negruras
que los tiempos diseñaban como estelas,
fue creciendo como tálamo en la espuma
que construye los castillos en la tierra.
De la tierra en el calor de la ternura
fue creciendo un corazón como de fuego,
tan tranquilo como un lago en su hermosura
y tan fiero cual león en sus destellos.
Como un siervo por las lazos del pasado
y el presente revestido de nobleza,
a sus pies voy brindando enarbolado
mil guirnaldas fraternales sin pereza.
Si por todo lo que expreso con ahinco
preguntaran con sus cánticos las hadas,
les diré que se amor con que yo vivo
se traduce a la existencia de Naihara.
Leo Henry
A mi hija Naihara Henrricy