LEONARDO HENRRICY

HIJA DE LA AURORA

Siento que la hora precisa de mi tiempo

perfuma el amor sublime de mi entrega

del sublime amor que a raudales siento

por el tierno amor que en mi interior se queda.

Amor eterno que quedó grabado

al quedar grabada la figura interna,

en el néctar de amor una vez soñado

de una niña flor que las ansias sueñan.

Flor de niña que en el polen fluye

como corren por el aire las quimera,

y en su lucha desmedida cubre

conquistando con tesón a un mar de estrellas.

Derrotando por el tiempo las negruras

que los tiempos diseñaban como estelas,

fue creciendo como tálamo en la espuma

que construye los castillos en la tierra.

De la tierra en el calor de la ternura

fue creciendo un corazón como de fuego,

tan tranquilo como un lago en su hermosura

y tan fiero cual león en sus destellos.

Como un siervo por las lazos del pasado

y el presente revestido de nobleza,

a sus pies voy brindando enarbolado

mil guirnaldas fraternales sin pereza.

Si por todo lo que expreso con ahinco

preguntaran con sus cánticos las hadas,

les diré que se amor con que yo vivo

se traduce a la existencia de Naihara.

Leo Henry

A mi hija Naihara Henrricy